Plagas de animales silvestres

Cualquier intervención de los humanos en los ciclos biológicos de la naturaleza se acaba convirtiendo en un desastre y ocasiona plagas de animales silvestres.

Por ejemplo con el jabalí: En primer lugar eliminamos sus depredadores naturales, además convertimos el mosaico de campos de cultivo y bosques explotados por los forestales en una jungla impenetrable de maleza y árboles caídos, el hábitat perfecto para que el jabalí encuentre sustento y refugio. Antiguamente el hombre recogía todos los frutos silvestres como las castañas, las bellotas, las nueces e incluso los hayucos, pero hoy en día todo esto es alimento para los jabalíes y además también devoran las manzanas, melocotones y almendras de los árboles que antes bordeaban los caminos y las casas de campo y que ahora ha quedado sepultados por la maleza y, sin embargo, siguen produciendo sabrosas frutas.

Además algunas sociedades de cazadores cometieron la aberración de soltar en el monte cerdas de granja para que fueran cubiertas por los jabalíes y en consecuencia hemos pasado, gracias a la fertilidad de nuestros cerdos domésticos, de 3 o 4 rayones por parto a 10 o más. Y en cuanto al tamaño, antes los jabalíes grandes llegaban a 80 o 90 Kg. mientras que hoy en día se capturan bichos de casi 200 Kg. Pero lo peor de esta hibridación es el cambio etológico o de la conducta de los jabalíes que antes huían en cuanto percibían la presencia de los humanos y en cambio ahora no temen ni a los humanos ni a sus perros, y les plantan cara. Además, como que tienen refugio de sobras, en lugar de huir en línea recta lo más lejos posible los jabalíes de hoy en día se comportan como conejos, dando vueltas y esperando a los perros en una fronda, sin salir donde se encuentran los cazadores.

Otro ejemplo de desastrosa intervención está con los corzos y los ciervos. De tantas restricciones como han puesto las administraciones para su caza, y en ausencia de depredadores naturales, ahora se han convertido en una plaga para los cultivos y los pastos.

Por último cabe mencionar la plaga de los conejos híbridos, esos animales mayores que nuestros conejos silvestres, más prolíficos y que tienen un comportamiento inusual, al extremo que los mismos cazadores han dejado de considerarlo una apetecible pieza de caza menor y lo consideran poco menos que una apestosa rata. Los agricultores de varias autonomías han declarado que “arrasan literalmente nuestros cultivos”. Señalan que este conejo híbrido es “voraz, tiene camadas que multiplican el número de crías, pasando de 3 ó 4 a 7 u 8 crías y duplican también el número de camadas al año, provocando un crecimiento exponencial; es un conejo que prácticamente duplica su peso y tamaño -de 800 a casi 1.500 gramos- y es trepador y roedor”.

Algunos agricultores están tratando de proteger sus cultivos mediante el uso de largas, altas y costosas redes como las que están siendo instaladas en puntos estratégicos limítrofes a cultivos de distintas zonas de las comarcas de Ponent, en Lérida, con el objetivo de frenar a los conejos que se dirigen a comer en las siembras. Los conejos roen la corteza de los troncos de los frutales impidiendo que suba la savia y causando la muerte del árbol.


Autor: Paco | Artículos

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